Hace un par de años iba en un bus y se subió una mujer, más o menos de 30 años. Ella tenía la mirada perdida y en su cara una expresión de profunda tristeza. Luego de un rato, empezó a gritar desesperadamente, reclamando justicia, como si su mente estuviera en otro lugar. Mientras la escuchaba, tratando de entender su dolor, solo pude comprender que gritaba contra un policía que, durante una protesta, estaba lastimando a alguien a quien ella amaba. Sus recuerdos le jugaban una mala pasada y la locura llenaba el espacio que ambas compartíamos. Ese día nació esto...
Otro día más.
El silencio de la mañana humedece la niebla.
Niebla que se escapa entre mis dedos
llenando los espacios vacíos de esta indiferencia.
Y duele.
Duele porque el color de mis noches
dejo de cambiar el día en que vi tu cuerpo tirado en el cemento.
Ese día la sangre desdibujo tus maneras.
Y fue rojo.
Fue un día rojo
y ya no hubo más.
No hubo más café en la mañana,
ni ramos de flores adornando nuestro tugurio.
Las flores se posaron en tu frente
ahogándome en el vacío donde duermen nuestros sueños.
No hubo más polvos de media tarde,
ni tus besos enredados en mis senos.
No hubo más tus labios gimiendo de placer,
ni la curva de tu espalda
donde se dibujaban los campos verdes en que tanto luchamos.
Ahora todo es muerte.
Ahora no hay semillas.
Mis dedos no delinean tu abdomen.
Ya no escribes canciones reclamando lo que es nuestro.
No más vodka ni Pedro Guerra.
No hay Pink Floyd.
No hay cigarros.
¡Enloquezco!
Esos días de locura
tu muerte inundaba mis pensamientos.
Te veía en cada calle,
en cada encuentro.
Con la realidad retorcida me bañaba en mis lágrimas y en tu sangre.
Gritando tu caída,
pidiendo justicia,
muriendo una y otra vez.
He muerto
Soy reflejo de un alma destrozada en mis ojos de vidrio.
Estoy vacía.
Te veo en el jugo de naranja,
al dormir en la misma cama,
en la gente que me mira indiferente,
en las revistas diarias
y en la constante rutina.
Ya no existo,
ya no siento,
ya no lucho
y ya no creo.
No me escucho, ni me leo.
Ya no miento.
Y no miento cuando digo:
que mi espíritu yace con tu cuerpo.
Heavy