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Sobre la relatividad de las verdades absolutas

En general, he pasado de un extremo a otro. En mi juventud más temprana tenía la impresión de que todo era subjetivo, mi modelo de pensamiento se basaba en mis creencias y emociones. Con el tiempo, las buenas compañías y la academia me empecé a convertir al otro lado, cierto positivismo y presión intelectual invadió mi juicio. Eso es bueno, la racionalidad con fines colectivos es mi camino definitivo, sin embargo, me ha llevado a cierto estado de ostracismo donde no cabe alguien con intereses tan multidisciplinarios como yo, pero, en fin, no me saldré del tema.





Desde que empezó esta pandemia y todavía hoy, aunque en menos proporción, he visto en mi círculo más próximo una gran cantidad de opiniones seguras sobre cómo se debe manejar una situación como esta. Que si la cuarentena, la epidemia, la OMS, las políticas públicas, los pañuelos rojos, las mascarillas, los medicamentos, etc, etc, etc. Yo solo tengo dudas, nada de certezas. Al principio, sentí una gran angustia y frustración al pensar en cómo iba a sobrellevar esto la mayoría de las personas, directas beneficiarias del desastre, (aún nada me convence) y expresé estas cuestiones, a lo cual recibí comentarios que llevaban etiquetas como “desinformación”, “ignorancia”, “lo correcto”, “lo adecuado”, “la vida por encima de la economía”. Pero ante todo esto me surgió un nuevo tipo de preguntas: ¿Cuál es la forma correcta?, ¿Cómo sabemos que lo es? Porque si nos atrevemos a llamar ignorantes a otros por cuestionar nuestro punto, es porque estamos muy seguros o somos muy valientes.


Traté de apelar a mi educación más reciente: ¿qué dice la teoría del desarrollo?; en materia de políticas públicas, ¿cuál debía ser la decisión de un gobernante que se enfrenta a tener que dar prioridad a la salud por encima de la economía, en un mundo de desigualdades donde la economía se comporta como el más cercano garante de los derechos humanos? , ¿y las realidades individuales de esos que viven del día al día y que no tienen la posibilidad de preocuparse por algo diferente a su sostenimiento diario?, ¿qué pasa con esos que viven en zonas de guerra e inequidad, cuyas condiciones van a empeorar? Y ¿qué pasa con las miles de preguntas sin respuesta? Y lo que obtuve no fue más alentador: nadie tiene la respuesta correcta, todo depende de los intereses y el contexto, todo está moldeado por nuestras creencias y costumbres. Y, de pronto, deja de ser un concurso para ver cuál de las partes tenía la razón para darnos cuenta de que nuestra humanidad es un sistema tan caótico que no se comporta de una manera predecible y por lo cual no tiene una única solución.

No ha sido mi única equivocación. Pensé que otras preguntas comunes podían tener una respuesta absoluta desde lo científico y biológico ¿El feto puede considerarse un ser humano?, y descubrí que depende del contexto en el que se mire, algunos teorizan que la vida es humana desde que existe y otros dicen que solo se convierte en un ser humano cuando no depende de otro ser y puede vivir por sí mismo. También descubrí que la vida humana, como sujeto de derecho humano, depende del modelo de valores, las creencias y la estructura política de las personas que viven en determinados lugares.


Cuando pienso en la teoría que recibí durante mi carrera de ingeniería, donde todas las respuestas debían ser exactas, se me ocurre que se dio muy poca importancia a algunos conceptos que siempre sonaban por ahí, entre el telón: las condiciones iniciales, las unidades de medida, la ubicación del espectador, las distorsiones del sistema, la tolerancia de los valores. Y es que el mundo está impregnado de todas esas cosas y cuando queremos moldear, entender o tomar decisiones sociales o políticas, ya la cosa no se trata de respuestas específicas, aproximaciones o esquemas que se asemejan a las funciones que siempre hemos conocido. Nos parecemos más a un sistema no predictivo, que no se puede controlar y muy difícil de modelar, y tenemos que confiar nuestras decisiones (por lo menos desde que no encontremos una solución desde los sistemas complejos que nos ayude afinar mejor nuestro proceso racional).


Esto no implica que no existan leyes físicas, algunas sin discusión, como la redondez de la tierra (cosa que algunos se empeñan en refutar), la gravedad y la termodinámica, entre tantas; y otras por discutir y seguir descubriendo (como aquellas relacionadas con la física cuántica, la astronomía y la biología molecular, entre muchas otras), que sirven como base para entender el mundo. Esta reflexión no busca negar que existen hechos definidos y comprobados racionalmente, pero cuando se trata de sistemas caóticos y complejos como los que tienen que ver con la toma de decisiones en una sociedad, ya no parece tan obvia la respuesta.


Entonces, ¿qué hace mejor a un gobernante, actuando frente a un problema desconocido e incierto que afecta cada una de las dimensiones de la sociedad? Mi respuesta sería: la capacidad de adaptarse a los cambios y al contexto, de responder ágilmente ante los cambios y no casarse despóticamente con una idea única. La capacidad de analizar las realidades, equivocarse y corregirse (todo esto partiendo del supuesto que buscamos una racionalidad colectiva y teleológica, porque cuando el interés está enfocado en el bienestar de unos pocos o un utilitarismo inmediato, la cosa cambia).


Esto es tan difícil de asumir y aceptar en un mundo, donde queremos que existan verdades absolutas, donde queremos demostrar que nuestra visión es la buena, donde nos acostumbramos al blanco o al negro, pero tenemos un contexto multicolor, donde nos han impuesto el discurso desarrollista desde un diálogo único, donde nos hemos adaptado a negar los múltiples saberes, visiones y formas de vida. Amo con toda mi alma la rigurosidad, pero ¿no será que la estamos entendiendo y usando mal?, ¿no será que la verdad necesita de un contexto, unas condiciones y un punto de partida para ser más objetiva?, ¿no será que en vez de evangelizar e imponer, necesitamos sentarnos a dialogar y encontrar un lenguaje común, en un mundo donde quepamos todos y donde todos podamos alcanzar el bienestar?

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