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Sobre las científicas y su adicción a las compras

Updated: Mar 28, 2020



Apreciado matador, con todo el respeto que te mereces como caricaturista profesional y más allá de acusarte de misógino o machista, que no trato de hacerlo, quiero refutar tu publicación de hoy y hacerte varias aclaraciones a ti y a todos aquellos que aplauden tu “divertida e inofensiva” caricatura. Somos muchas las mujeres a las que nos encanta ir de compras, para algunas es un plan muy divertido, así como, también, muchos hombres enloquecen cada vez que ven un descuento; de la misma manera, hay otras personas – hombres y mujeres- a las que no les causa gracia esta actividad, aunque deban hacerlo eventualmente. Esta necesidad de comprar, tiene una razón sencilla, tomando en cuenta que vivimos moldeados por el capitalismo hambriento y que, afortunada o desafortunadamente, requerimos bienes y servicios para sobrevivir. Pero como estas palabras no son un juicio de valor sobre el capitalismo -dejémoslo ahí-. Sin embargo, los dos primeros puntos de los que quiero partir, ya que servirán más adelante, son: primero, que, aunque a muchas mujeres nos gustan las compras y los descuentos, eso no les gusta a todas; y segundo, que comprar es un gusto del ser humano en general, sean hombres o mujeres, y cuando no es un gusto es una obligación, por aquello del modelo económico global actual, del que muy pocos países y personas se han podido separar. Entonces, tú te dirás, ¿cuál es el problema?, ¡es un chiste!, ¿por qué se lo toman tan a pecho?, ¡solo estoy haciendo un inocente chascarrillo sobre las mujeres a las que les gustan las compras!, y yo te diré todo lo que creo ofensivo y desacertado, que en mi opinión, tiene tu publicación.


No te acusaré de machista o misógino porque entiendo que has sido criado en una sociedad en la cuál es divertido generalizar y reducir el trabajo de otros a temas banales, simplemente por su género, y que, como todos los que también nacimos aquí, estás en un proceso de deconstrucción. Sin embargo, como una mujer que ama las compras, pero también es profesional con posgrado, estudiante de nuevo, trabajadora, independiente, científica – o algún día espero serlo - y muchas cosas más, mi deber es decirte que tu chiste no es solo eso, que tu chiste no solo ofende a las astronautas Christina Koch y Jessica Meir, sino a todas las mujeres. Primero, porque el tono de tu dibujo generaliza, no habla un grupo de mujeres en específico, las adictas a las compras, sino de todas. Y segundo, porque lo ofensivo no es que digas que nos gusta comprar, lo ofensivo es que insinúes que después de tanta preparación académica, psicológica y física, que debe tener cualquier persona para llegar a donde estas mujeres llegaron, cualquier mujer en su lugar no va a saber reconocer su espacio como profesional, sino que su prioridad será comprar zapatos y carteras. Teniendo la posibilidad de romper esquemas, llegando cada día más allá en lo científico y lo físico; de lograr lo que muchos no hemos logrado, cambiando la historia; de apoyar la investigación espacial con su conocimiento y preparación; asumes que la principal preocupación de una mujer será hacer algo que cualquiera haría en su tiempo libre. ¿Es que no nos crees capaces de ser lo suficientemente inteligentes, conscientes y preparadas como para diferenciar entre nuestras responsabilidades profesionales y nuestros gustos o intereses personales?


Y puede que tú y muchos piensen que somos muy delicadas por ofendernos por tu “humor fino”, pero es que día a día mujeres de todas las profesiones e intereses nos levantamos a luchar contra todo lo que tradicionalmente se ha esperado por años de nosotros y hacer mucho más de lo que dicen los estereotipos. Y -créeme - no es fácil, no porque no podamos, no porque no seamos inteligentes ni capaces, no porque no tengamos la fuerza para hacerlo, sino porque tenemos una voz oculta que se ha alzado a través de la historia que nos dice cada día que no debemos, que no hay espacio para nosotras en el mundo científico y profesional y que estaríamos mejor cocinando guisados para nuestros hombres y comprando joyas y perfumes con el dinero que ellos nos den.


Tú me dirás que soy exagerada y que ya las mujeres en países como el nuestro lo tenemos todo, y yo te diría que el reconocimiento legal no es lo mismo que el reconocimiento social y cultural. Que no es lo mismo una ley que me permite trabajar y votar, que ser respetada y valorada en una carrera de ciencias exactas sin importar si soy hombre o mujer; que no es lo mismo poder salir a la calle con la ropa que quiera, a que los demás respeten mi forma de vestir y no lo usen como excusa para abusar de mi o para culparme del abuso de otros; que no es lo mismo poder tomar anticonceptivos y decidir si quiero ser madre, a que mi pareja decida compartir las tareas del hogar conmigo para que yo pueda ir a aprender y hacer ciencia todos los días; que no es lo mismo poder ir a una universidad, a que mis padres crean que no debo estudiar por ser mujer; entre muchas otras cosas. Y, por esa razón, nosotras, muchas mujeres que nos hemos partido el lomo por lograr una verdadera igualdad, más allá de lo legal, no nos tragamos el cuento de que debemos sonreír cuando nos acusan de superficiales y poco profesionales, mientras cada día demostramos lo contrario con nuestros actos y nuestra voz.


Así que, apreciado matador, te aconsejo que, si quieres hacer una crítica sobre el pensamiento capitalista de la sociedad actual, tengas en cuenta que eso es algo que nos afecta a todos – hombres y mujeres por igual-; que, si quieres burlarte de las personas adictas a las compras, no generalices porque no a todos les gusta comprar; que, si vas a meterte con el profesionalismo de algún ser humano, tengas razones de peso para hacerlo, que te acuerdes de todo lo que han tenido que aprender y sacrificar por estar donde están, de la metodología y la formalidad que las han llevado a recibir la responsabilidad que tienen, y que no es justo poner en entredicho sus méritos solo por su género. Porque, aunque te dediques a la crítica a través de la caricaturización, como periodista, no dudo que muy profesional, tu trabajo debería ser justo, tener algo de acorde con la realidad, y no contribuir a la estigmatización y/o la generalización, de ningún grupo de personas.


Dentro de la capacidad de raciocinio que el estudio y la experiencia me han dado, a mi y a muchas mujeres más, te invito a reflexionar sobre lo que aquí digo. Porque, aunque soy consciente de que no poseo la verdad absoluta y que muchos no estarán de acuerdo con este escrito, la responsabilidad tanto tuya como mía, y de miles de personas que queremos que este país avance, es contribuir a la crítica constructiva y el debate respetuoso a los que se deberían someter temas tan polémicos como este. Mi intención no es atacar, sino contribuir al diálogo que tanto nos hace falta como sociedad. Espero de tu parte y del medio de comunicación "El tiempo", la apertura necesaria para entender nuestra molestia, aprender y construir colectivamente a partir de la discusión que nos abre esta mala pasada.


Saludos

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